miércoles, 28 de abril de 2010

Ensayo #2

¿Y qué fue del sol callado, de la sombra pernoctante,
de la caricia sorda antes del amanecer?
¿Cómo no preguntarse de vez en cuando,
entre café y café,
a dónde se ha marchado el mar vago,
herido y ajado como desierto en agonía?
Y después de otro cigarro, de una taza de té,
¿qué pasó con el ajedrez del abuelo,
el grande, el de ébano y marfil?
La cartera de piel de cocodrilo,
el atardecer de un invierno en Buenos Aires,
la melodía oscura del piano sin afinar,
¿dónde fueron, amor, dónde?
Luego,
si pretendo tu silencio,
no quieras culparme.
Sin voz no hay olvido.
Sin voz no hay huida.

1 comentario:

  1. De mis favoritos.

    "Si pretendo tu silencio,
    no quisieras culparme."

    En todo sentido tu ensayo es genial.

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